Algoncas | 20:02
Acusados por quienes dicen ser nuestros amigos
Es común que muchos hombres van a grupos de autoayuda que después terminan dañando su propia estima.
En estos días salieron varios temas de charla en mi lugar de trabajo, los que a veces a uno lo enfrentan con realidades que creemos ya pasaron o que fuimos los únicos que las vivimos y sin embargo esto no es así. Uno de esos temas es la “acusación por hacer algo y la falta de aceptación de cómo somos”.
Días atrás se presentó ante mí una amiga la cual me comentó que no iba a poder asistir al grupo de gorditos anónimos un poco en risa, un poco en serio. Con lo que comenzó a contarme algunas frases que en este grupo le decían y no pude más que horrorizarme por lo que escuchaba.
Empecé a decirme para mis adentros, ¿como una persona va a poder producir algo bueno, que le haga bien, si no se quiere asimismo?. (…)
Es cierto su cuerpo es templo del Espíritu Santo (...) pero de nada vale que nos quedemos fuera del templo a criticar lo que vemos. Es decir, un ejemplo que viene al caso es como si cualquiera de nosotros comprara una casa y cuando fuera a habitarla se quedara en la vereda a criticarla por lo que ve y así se pasara los días sin entrar en ella y comenzar a arreglarla.
Hace unos años atrás un conocido me pidió si podía ir a ver a la hija de una amiga, que sufría por verse gorda pero en realidad estaba delgada o lo que es lo mismo señalar padecía de anorexia nerviosa.
Ese día cuando llegamos a la casa, la chica en cuestión se encontraba junto con su madre. Iniciamos una charlar y quien empezó a poner piedras de tropiezo no fue la joven a la que de ahora en más llamaremos Viviana sino que fue justamente su madre quien en vez de poner su mirada en las cosas de Cristo la puso en la religión. Sabíamos con mi esposa que si queríamos que Viviana fuera libre de ese demonio debíamos actuar rápido. Por lo que comencé a ministrarla, quien nos había pedido ir invito a la madre de Viviana a salir al patio, y junto a mi señora oramos y comenzamos a ver como el espíritu inmundo hacia que la joven se retorciera hasta que la abandono. Le hicimos confesar la oración de fe y la encomendamos al cuidado del Señor. Nunca más la vimos pero sabemos que cumplimos y es lo que nos hace sentir paz.
¿Cual era su problema? No aceptaba lo que veía en el espejo, no aceptaba su casa y cuando esto sucede sin saberlo rechazamos a Dios. Él nos hizo con un propósito en particular, a cada uno de nosotros y cuando nos objetamos lo que somos, negamos ese propósito.
Primero debo aceptar lo que veo, es mío, me pertenece, es lo que tengo y lo que soy, para después una vez hecho esto, comenzar a arreglar la casa. Ampliarla, pintarla, decorarla, etc., los grandes viajes, como las misiones comienzan con el primer paso.
La culpa nos lleva a tener miedo y el miedo a la inactividad.
La culpa viene por la acusación y el acusador no es otro que el diablo, la serpiente antigua o Satanás. ¿Y cuál es el interés que persigue en qué aceptemos la culpa? Por un lado podríamos decir que es llevarnos hacia la inactividad. Hacia la no predicación de la verdad que es el evangelio. Por otro lado no obstante cabria pensar que su máximo interés es en que tengamos miedo de las cosas que hagamos y sabiendo que esto se convierte en una puerta espiritual para que entren libremente en nuestras vidas fuerzas autodestructivas, como las adicciones a las drogas o al alcohol, la depresión, el autoflagelamiento, u otras enfermedades como la anorexia, la bulimia, etc.
Sin embargo, y aunque todo lo descripto con anterioridad causa un poco de resquemor esto no es así, sino que busca denodadamente retrasar el momento del cumplimiento de su condena y que este tiempo esta marcado matemáticamente en la presencia del ultimo salvo. La tercera parte de la humanidad será salva (…) es decir que llegara un momento en que estos tres números encontraran su equivalencia perfecta.
Por otro lado el diablo busca por medio de las ciencias humanas el poder implantar en los hombres el sentimiento de culpa. Esto puede verse más en estos grupos manejados por personas que en su afán de buscar una respuesta no hacen otra cosa que echarle la culpa a un tercero, trátese de un allegado o de la sociedad en su conjunto o de última a Dios, total es el único que todavía no se defiende. (…)
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