Algoncas | 19:00
El mejor regalo de Navidad
Opinión.- El domingo pasado la revista Rumbos que acompaña al diario La Voz del Interior publico en sus páginas un artículo que en realidad me dejo pensando toda la semana. En la nota se describía la vida de un sacerdote argentino el cual desde muy joven se fue a vivir a Madagascar. Este hombre vivió innumerables peripecias en la isla, debió superar varias enfermedades pero no cedió. Sabía que había alguien superior apoyándolo en la concreción de sus sueños. Comenzó ayudando con lo que sabía a quienes lo necesitaban, enseñando su oficio de albañil y dignificando los lugares donde esas personas vivían. Continuo su obra brindándoles educación a sus discípulos y de una casita en un lapso de veinte años llego a reunir una pequeña ciudad de 18000. Hoy muchos hombres y mujeres de los alrededores quieren asentarse en “Don del Creador” por lo que ya se ha comenzado en la creación de otro poblado.
Junto a mi esposa hemos tenido la oportunidad de participar muchas veces en actividades misioneras de la iglesia, ella como docente y en mi caso en el servicio y puedo aseverar que aunque muchas o casi todas las veces se tratan de personas o niños que por lo que veo y oigo no pocos los hacen a un lado, cuando sienten el amor ágape que les damos por medio del respeto y el trato digno: cambian.
Desde que comencé a estudiar en la universidad mi tiempo para estas actividades se ha visto restringido, sumado mis trabajos –el cotidiano mas el de periodista- es como que uno se comienza a ‘aburguesar’. Y quien es el dueño de todas las cosas no deja que uno se olvide de estas cosas con hechos que en realidad lo dicen todo.
Hoy una persona que vive en la calle a la vuelta de mi negocio se acerco como todos los días a comprar, aunque siempre supe su condición nunca deje de aceptarle su pago porque sé que en ese pequeño acto le estoy haciendo ver que su dinero vale igual que el de todos. (Ya habrá tiempo para dialogar)
Como siempre compro, charlamos y nos despedimos pero esta vez con un saludo distinto: Feliz Noche Buena y Navidad. Nos quedamos con mi esposa y de pronto la vimos pasar con su carrito a cuestas parar sacar un Pan Dulce y regalárnoslo. Nuestra primera reacción fue negarnos a aceptar, con la clásica excusa de conocer su realidad pero ella insistió y recordé lo que Dios dice con respecto a aquellos que le dan aunque sea un vaso de agua a los que en él creen. Y lo acepte, entendiendo que yo no soy quien para robarle la bendición a alguien.
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