Algoncas | 6:28
Cuando ni trabajar de lo que se desea evita el burnout
Como si de la normalidad se tratara, cada vez más, resulta habitual compartir la vida con amigos, familiares y compañeros de trabajo que se quejan del exceso de estrés asociado a su trabajo. Síntomas para reconocer y consultar a tiempo
Agotamiento, falta de energía, malhumor, personas que parecen insensibles y hasta cínicas. ¿Pero si antes no eran así? ¿Qué pasó? ¿Qué quedó de aquel entusiasta, con objetivos claros, ambicioso y tenaz que a pesar de sus logros hoy es infeliz?
Burnout, eso le pasó.
El síndrome de burnout también es llamado síndrome de desgaste profesional, síndrome de desgaste ocupacional (SDO), síndrome del trabajador desgastado, síndrome del trabajador consumido, síndrome de quemarse por el trabajo, síndrome de la cabeza quemada; en francés conocido como surmenage.
Herbert Frendenberg, ya en 1974, comenzó a realizar las primeras definiciones de burnout. Allí comenzamos a compartir el diagnóstico de estos síntomas que se observan en el ámbito laboral y en general en personas que han elegido ese trabajo.
Sucede que hay un desfasaje entre las metas auto propuestas y la realidad. Y cuando esto es sostenido en el tiempo el nivel de frustración que la persona experimenta comienza a tener consecuencias en su psiquis, su cuerpo y su comportamiento.
Desde la década del 70 se comenzaba a diagnosticar burnout, cuadro que hoy es consulta corriente para todos los profesionales de la salud. Y si no, pensemos en nuestro alrededor y simplemente observemos aunque no hayan consultado y se automediquen o eviten entrar en contacto con su real situación.
Para identificarlo, se trata de aquellos compañeros, conocidos que presentan estos síntomas psicofísicos:
• Palpitaciones
• Taquicardia
• Pinchazos en el pecho
• Aumento de la tensión arterial
• Dolores musculares, contracturas
• Dolores de cabeza
• Dificultades digestivas
• Inapetencia y/o malos hábitos alimenticios
• Disminución del deseo sexual
• Dificultades en el sueño
• Comportamientos: abuso de drogas, tensión permanente, comportamiento de riesgo, conducta violenta, distanciamiento emocional
• Cambios emocionales: actitud cínica, impaciencia, aburrimiento, irritabilidad, dificultad de concentración, depresión.
• Cambios con el trabajo: baja motivación, comunicación deficiente, hostilidad.
Una de las primeras salidas es dejar de negarlo y auto observarse. La segunda es preguntarse:
• ¿Tomo el trabajo como centro de mi vida?
• ¿Me siento agotado al final del día?
• ¿Puedo establecer prioridades en el uso del tiempo?
• ¿Me respeto en los descansos correspondientes?
• ¿Valoro mis actividades recreativas?
• ¿Qué ritmo requiere mi trabajo?
• ¿Qué grado de atención me demanda?
• ¿Estoy presionado a tomar decisiones de mucha responsabilidad?
• ¿Los valores de la empresa, mi trabajo coinciden con los personales?
• ¿Me siento reconocido?
Y si luego de autoexaminarse observa que está en problemas, comprométase a realizar un cambio, respetándose en su única vida. Reevaluando y actualizando sus metas al aquí y ahora. Integrando las variables adaptándolas a la vida que quiere y puede vivir.
Suelte ideales de pasado, flexibilice su mente, ya que el presente y el futuro son y serán de aquel que gestione cambios y se adapte a ellos.
Por: licenciada Mitra Dall´Occhio, directora de Hémera, Centro de estudios del estrés y la ansiedad
www.hemera.com.ar / info@hemera.com.ar
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